lunes, 18 de abril de 2016

Geocaching fluvial


La búsqueda de tesoros siempre es una tarea ardua que requiere paciencia, capacidad de observación, sentido de la orientación, conocimientos de cartografía, olfato comanche y un poco de pensamiento lateral. Todas estas características las reunía nuestro equipo formado por Juan, con su capacidad para no desfallecer ante un enigma más complicado de lo habitual; Samuel el «olfateador», pues es capaz de rastrear los tesoros con su olfato; Alonso el excavador, dadle una pala y encontraréis el tesoro; Juber el descifrador, leyendo los graffitis lograba descubrir el lugar exacto; Charly el explorador, llegaba a los lugares más recónditos. Los escondites fueron de todo tipo: una hoja de enredadera falsa, un hueco en la pared, una bajante de agua… Al final, obtuvimos un botín excelente: una canica y una moneda inglesa de «twenty pence».