martes, 29 de enero de 2013

Padre no hay más que uno

El vínculo padre-hijo proporciona al niño seguridad y confianza en sí mismo, bases de la autoestima. Tras la exigencia del padre, el hijo descubre que puede hacer más, que alguien confía y espera más de él. Un padre que pone límites y ejerce serenamente su autoridad, ayuda a que los hijos crezcan en responsabilidad y maduren; les prepara para vivir en sociedad y les motiva a superarse. Un padre implicado en la familia reduce notablemente la posibilidad de que los hijos mantengan conductas de riesgo… y podríamos seguir. Pero esto no se logra con un puñetazo en la mesa cada tres meses o perdiendo los papeles de vez en cuando. Requiere verdadera dedicación de tiempo, amor y sacrificio: darse cuenta de que los hijos son el negocio más importante.