lunes, 30 de enero de 2012

Hormigas y bicicletas


Después de algún que otro fantasma y pequeños problemas de aire, nos enfundamos de abrigo y bicicleta para dar una vuelta por los páramos de Pucela. Descubrimos que a pesar de lo que dicen algunos foráneos desaprensivos (premio para el primero que me diga qué significa eso de “foráneos desaprensivos”), en Valladolid hay cuestas y puestas, pues subimos a Fuente el Sol al atardecer. Al bajar de aquel monte, merendola con chorizo y charanga, en la que uno (dejaremos oculta su identidad), nos confesó que “de pequeño” comía hormigas, metiendo una pajita por la boca del hormiguero: dijo que entraban, religiosas, por aquel túnel a rayas, sin saber qué tipo de miga de pan iba a engullirles a ellas. Aseguró también que saben saladas (puagh), y que ahora come otras cosas: tornillos de vía de tren, toallas, bolsillos…